Hola amig@s.
Aquí estamos de nuevo para contaros una de esas historias curiosas con las que nos encontramos en nuestro día a día. Esta vez se trata de un caso curioso, aunque eso no impide que sea un tanto frecuente, mientras realizábamos nuestra labor de urgencias.
Se trataba de una anciana yorkshire terrier que atendimos porque sus dueños estaban preocupados ya que no se encontraba bien, se tambaleaba al andar, vomitaba, estaba muy débil pero al mismo tiempo estaba inquieta.
Durante la exploración, algo resultaba extraño al palpar el abdomen, como si algo o alguien estuviera dentro provocando todo el cuadro de molestia en la pequeña yorki. Pero la perrita estaba esterilizada, así que la pregunta era obliga, ¿su perrita ha podido ingerir algo extraño, ha podido comer algo por la calle o en casa? La respuesta fue, como en tantas y tantas ocasiones, rotunda, NO, ES IMPOSIBLE, SOLO COME LA COMIDA QUE LE DAMOS, LA CONTROLAMOS MUCHO.
La experiencia nos dice que una radiografía de abdomen, pese a la contundencia y la seguridad de sus amos, suele sacarnos de dudas e incluso confirmar el diagnóstico.
No hace falta ser «muy veterinario» para dar el diagnóstico cuando en unos segundos tras disparar el aparato de rayos X, la imagen del abdomen de nuestra amiga aparece en la pantalla. ¿Alguno de vosotros tiene alguna duda al respecto de lo que le ocurre a nuestra paciente?
Otra cosa es explicar lo ocurrido a unos dueños perplejos, y sobre todo, contarles la solución a su problema mientras siguen con los ojos abiertos como platos sin poder dar crédito a lo que están viendo en el monitor. Y si añadimos que además de las piedras, en el estómago hay una imagen compatible con trozos de hueso, la sorpresa ya es mayúscula.
En fin amig@s, esta es una de tantas anécdotas que nos ocurren con cierta frecuencia, hay muchas más, y estaremos encantados de colgarlas en nuestra web, pero eso será en nuevos capítulos de las HISTORIAS DE NUESTRA CLÍNICA.
